lunes, 28 de julio de 2014

Por qué fracasan los países (Daron Acemoğlu y James A. Robinson). 5/5.

Me ha llevado casi todo un mes acabar este interesante ensayo económico y divulgativo, pero sin duda ha merecido la pena.

A partir de numerosos datos históricos y jugosas anécdotas los autores nos explican la diferencia entre "Instituciones extractivas" (élites dirigentes que exprimen los recursos de países enteros en su propio beneficio, manipulando para ello leyes y organismos a su antojo), frente a "Instituciones inclusivas" (que favorecen la participación amplia de la sociedad y de intereses diversos a la hora de determinar el destino de una nación, con un resultado de bienestar económico-social y desarrollo sostenible).

Cada una de esas vías se despliega en su correspondiente circulo vicioso y virtuoso respectivamente: las "Instituciones extractivas" serán objeto de luchas entre élites y clanes que tratan de apoderarse por todos los medios de la riqueza de un país generando así inestabilidad constante y, evidentemente, el caudal de dinero que va al bolsillo de unos pocos no puede redundar en beneficio de las estructuras y la calidad de vida de países que acaban deteriorándose aceleradamente. Esto es algo que ha ocurrido en todas las épocas, en todos los continentes y bajo todo tipo de regímenes distintos.

Los cambios, según estos economistas, pueden producirse y variar el rumbo de un estado a mejor, pero deben darse algunos requisitos básicos: aparición de acontecimientos históricos o sociales que impliquen una cierta revolución (revolución francesa, primavera árabe...), pero evitando la descomposición total del estado; "destrucción creativa" (sustitución de lo viejo por lo nuevo, tanto en ideales como en tecnologías) y, sobre todo, dar voz a las mayorías sociales frente a las minorías gobernantes. Esto último es algo especialmente necesario en una época como la actual, en la que políticos y responsables económicos, en todas partes del mundo, sólo piensan en sus propios intereses y en el de sus partidos, frente a la persecución del bien mayoritario.

Se trata de un libro sumamente ilustrativo e interesante, con el que hay que detenerse muchas veces a reflexionar sobre el alcance de lo que plantea y cómo eso nos afecta personalmente a todos y cada uno de nosotros.



sábado, 8 de marzo de 2014

Knockemstiff (Donald Ray Pollock). 4/5.

Knockemstiff de Donald Ray Pollock es un libro que, como bien dice el estupendo prólogo de Kiko Amat, resulta duro y al mismo tiempo fascinante.

Duro porque retrata con crudeza y sin la más mínima concesión la vida de unos perdedores natos, de los fracasados entre los más bajos de los fracasados, con todo lo que el término "loser" tiene de estigma social y cultural en la competitiva sociedad estadounidense. Y a la vez son un conjunto de relatos fascinantes... ¿por qué? ¿Quizá porque la miseria, lo escabroso y lo terrible, nos atrae con el mismo irresistible magnetismo que la belleza y el triunfo? Pudiera ser. Pudiera ser, también, que ver estas vidas desechas nos acerque a un mundo desconocido y por ello interesante, o tal vez nos hace agradecer el hecho de que nuestra propia existencia poco tenga que ver con la de estos personajes ruinosos social y moralmente.

En todo caso, la vibrante escritura de Pollock a mi me ha llevado a sentir profundamente, en alguna de las historias (como en "Bendecido"), la humillación y la vergüenza del protagonista como si lo que le ocurriera a él lo estuviese viviendo yo en mis propias carnes, deseando que el mal trago acabase lo antes posible. Quizá la única nota negativa al conjunto es, precisamente, la inmisericordia del autor para con sus personajes: ni uno solo de los relatos tiene un final feliz, y en cuanto a los que parecen aventurar alguna esperanza sabemos (porque en algunas de las historias hay referencias a los protagonistas de otras) que las mismas no fueron más allá de un sueño inalcanzable.

A mi me enganchó el hojear las primeras páginas del primer capítulo. Si lo haces, o si lees la introducción de Kiko Amat, estas perdido/a.


domingo, 16 de febrero de 2014

La guerra de las salamandras (Karel Čapek) 1/5.

Este libro ha resultado una de las mayores decepciones en mis lecturas de los últimos meses. Con un principio genial, prometía una historia de grandes y originales aventuras, más aún cuando, comenzado ya el libro, descubrí que su autor, Karel Čapek, fue quien acuñó el término "robot" en una obra de teatro de 1922.

A pesar de esas expectativas, el relato toma pronto un carácter "enciclopédico", en el que el autor se limita a reseñar supuestos artículos periodísticos, congresos científicos, anuarios comerciales y descripciones de testigos para ir desarrollando la evolución de las salamandras hasta el desenlace final, intercalando notas a pie (algunas de varias páginas de extensión) y sin apenas más aparición de los protagonistas principales.

Es una verdadera lástima, ya que la idea central es sumamente atractiva y bien desarrollada hubiera dado para un gran libro de ciencia ficción. En cambio, el resultado final es un texto que se cae de las manos y que a duras penas pude terminar.

domingo, 2 de febrero de 2014

Carol (Patricia Highsmith). 5/5.


"Carol es una novela de amor entre mujeres" comienzan diciendo algunas reseñas sobre este libro de Patricia Highsmith. Ciertamente lo es, pero se trata de un amor tan real, tan creíble, tan limpio, que en mi opinión esa puntualización sobra por completo: es simplemente un libro sobre el amor. La historia de Carol y Therese Belivet nos habla de relaciones entre personas, entre seres humanos. Nos lleva de la mano por el sendero de las ilusiones, los desengaños, los equívocos y los errores que cualquiera de nosotros puede cometer, pero al mismo tiempo nos ofrece una oportunidad para la ilusión, para la esperanza y el descubrimiento no tanto de los demás, sino de lo que cada uno de nosotros alberga en lo más profundo de su ser.

¿Qué importa sobre quien recaen nuestros anhelos, si las emociones que esa persona nos produce son maravillosas y suponen una promesa de felicidad? ¿Por qué hay que sacrificar toda una existencia (el único bien del que realmente disponemos), en lugar de tener el valor para intentar alcanzar lo que de verdad el corazón desea?

Y ciertamente el relato también trata sobre el valor, porque era necesario tener mucho para vivir una relación de ese tipo en la América de los años 50 con sus prejuicios y estereotipos sobre los géneros y la familia, hasta el punto de que a Carol, casada y con una hija, su decisión acabará costándole cara.

Hay muchos detalles llamativos acerca de esta obra: por ejemplo, que su autora reconozca en el prólogo que la idea original para el libro surgió de una experiencia (un pequeño detalle) que ella vivió personalmente; que se trate del primer libro de temática homosexual en que sus protagonistas terminan con una moderada expectativa de felicidad; y otras cuestiones que derivan directamente de la época en que transcurre la acción, como que los protagonistas deban pasarse avisos mediante telegrama para cambiar una cita o el lugar de encuentro, lo que hoy, hiperconectados a través de internet y teléfonos móviles de última generación, resulta verdaderamente "entrañable".

En definitiva, Carol es un libro que deja un muy buen sabor de boca y que nos introduce profundamente en las vivencias y sentimientos, magistralmente descritos, de sus personajes.

lunes, 6 de enero de 2014

Canadá (Richard Ford) 3/5.

Francamente esperaba más de esta novela de Richard Ford. Las excelentes críticas y el impactante primer párrafo hacían presagiar un relato más emocionante de lo que a mi me ha resultado, aunque hay que tener en cuenta que los libros, como los perfumes, reaccionan con la sensibilidad del lector y producen en cada uno sensaciones diferentes.

Personalmente dividiría la historia en tres grandes partes. Una primera repleta de descripciones a veces repetitivas con parrafadas larguísimas, en la que Dell Parsons, el protagonista ya jubilado, rememora su infancia y adolescencia en los años 60, su vida familiar y los constantes cambios de domicilio debidos a la profesión paterna.

Posteriormente nos describe el atraco a un banco cometido por sus padres (personas aparentemente normales) y las subsiguientes peripecias, que cambiarán su existencia para siempre, y aquí el argumento gana interés y una cierta agilidad.

En una tercera etapa encontramos al protagonista ya retirado haciendo balance de su vida, con un resultado que me dejó un regusto agridulce, tirando a triste. Es por esa razón por la que lo valoro con tres puntos en lugar de con los dos que creo que merece el libro: ¿acaso no persiguen los escritores influir en los lectores haciéndonos partícipes de las vidas de sus protagonistas? ¿No buscan excitarnos con sus aventuras, alegrarnos con sus triunfos o entristecernos con el dolor de sus figuras de ficción? Si el autor pretendía remover a sus lectores lo ha conseguido, al menos en mi caso.

Por lo demás la historia está bien escrita. Nos hace pensar en los giros radicales que da la vida, y en que en el perfecto Canadá también ocurren cosas lamentables (ya sabéis: "The world needs more Canadá"), aunque esos elementos desagradables estén protagonizados por ciudadanos estadounidenses.